Siempre humilde pero constantemente inspirador, el Dalai Lama parte del supuesto de que, en lo más profundo de nuestro ser, todos deseamos la felicidad. Y nos recuerda que para ser felices lo importante es fomentar los aspectos positivos y útiles de cada uno de nosotros a la par que atenuamos los negativos. La mejor manera de hacerlo, afirma, es cultivando la compasión.