Existe una energía que mueve el mundo y alienta desde el menor grano de arena a la mayor de las constelaciones. En el microcosmos denominado ser humano, ese impulso vital se canaliza a través de siete centros de energía, los denominados chakras. Cuando el hombre comienza a evolucionar, desarrolla sus sentidos y empieza a percibir algo más de lo que los otros ven, abriéndose ante él ese nuevo y fascinante mundo.